La política emocional

Los que de vez en cuando se acercan a esta bitácora, saben que no suelo hablar de temas políticos, en este artículo diré algunas cosas que explican, en parte el porqué de este comportamiento tan aparentemente apolítico.
En primer lugar hay que dejar claro que hablar de política o incluso teorizar sobre la política no es hacer política, eso es clarísimo, del mismo modo que hablar de poesía no es hacer poesía. Desde este prisma, el no hablar nunca de política no sería en ningún momento un comportamiento apolítico; quizás sea una actitud de despreocupación hacia la política, aunque tampoco necesariamente.

Si damos un paso más en la argumentación decidiremos que para "teorizar" de la política no sólo no es necesario "hacer" política sino que probablemente haga falta "distanciarse" de la política, es decir, tomar perspectiva, mientras uno está "comprometido" con la praxis política, difícilmente puede hacer un análisis objetivo sobre ella, eso es claro y lo fue desde siempre, lo que empieza a ser claro ahora es que sin un mínimo de compromiso, sin un mínimo de cercanía a nuestro objeto de estudio, todo análisis se torna vacío. El único modo de saber "qué" es realmente algo es impresionándose con ese "algo" pero en la impresión no cabe teoría alguna, sólo un "estar", el ser vendrá luego, más tarde, con la reflexión y el distanciamiento.

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El problema de los análisis sobre la política y sobre la sociedad en general es el excesivo "compromiso" con ellas (no lo digo yo, lo dice Norber Elías) y ello impide un correcto examen de las mismas. Este compromiso es fácilmente observable si atendemos a las clásicas discusiones sobre política en los bares, cualquier argumento contrario a una convicción ideológica es interpretado como un insulto personal, uno está "comprometido" con las consignas de su partido y ello le impide hacer un análisis adecuado del debate; sólo cuando se toma "distancia" es uno capaz de entender que no hay afronta personal en una crítica ideológica. Y este, precisamente este, es uno de los motivos por los qué prefiero no hablar de política; a mi me gustaría hablar de política, pero sin que ello supusiera enfadarse con nadie por una posición ideológica determinada.

Otro de los motivos por el que no hablo de política es probablemente porque muchos de los temas que popularmente son tratados como temas políticos quizá no sean temas políticos sino más bien temas politizados, y ello introduce importantes distorsiones en los debates sobre estos temas, y ello porque un tema político va a tener necesariamente connotaciones ideológicas, sean las que sean, y ya no me refiero a la dicotomía izquierda-derecha sino a cualquier complejo de ideas coherente, yo no puedo tomar una decisión sobre subir o bajar los impuestos sin atender primero a si quiero un estado intervencionista o un estado abstencionista (y esto como contenido teleológico, es decir, esta misma cuestión puede interpretarse desde el prisma de la economía, decidiendo si es distorsionador o no la subida de impuestos, pero esto ya no sería política sino ciencia económica,) con la característica de que en principio todas las opiniones son válidas y el debate debe ir primero destinado a clarificar la finalidad de tal o cual decisión y luego a decidir sobre la virtud de tal finalidad.

Pero hay temas en los que la ideología tiene poco o nada que decir, con independencia de que nada está a salvo de cierta ideología, alejar el Prestige de la costa no es una decisión política, es una decisión técnica tomada por políticos, (y mal tomada, por cierto) llevar a un preso al hospital porque se está muriendo, y aunque sea por una huelga de hambre voluntaria, no es una decisión política sino jurídica y de mera aplicación de la ley, no cabe debate político sobre ello, (si acaso sobre cambiar la ley, eso sí sería político) En estos casos el debate es un debate científico, no busca una finalidad sino que describe una realidad (aunque sea una realidad jurídica o matemática) y toma una decisión adaptándose a dicha realidad. El debate será sobre la fiabilidad de los medios empleados para obtener una respuesta, pero una vez clara la respuesta no es discutible la dirección que esta indica, (si los análisis sobre el Prestige indicaron que alejándolo de la costa había mayores riesgos de desastre que acercándolo, no cabe discusión sobre cual es la mejor decisión).

Cuando un tema se politiza se pierde el "distanciamiento" y entonces el debate científico se torna emocional, porque parece que toda opinión es válida (lo es, claro, en política) cuando en ciencia, y en jurisprudencia las opiniones valen sí, pero por su peso argumentativo o experimental;

Aquí está otra de las razones por las que no hablo de temas "políticos" simplemente porque no todo es política.

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